Hace 25 años, al buscar a su perrita Puchy desaparecida, Cristóbal Suárez descubrió la difícil situación de muchos perros callejeros en CDMX. Movido por su dolor, comenzó a rescatarlos y en 2007 fundó el “Albergue San Cristóbal”, que hoy alberga a más de 700 perros en espera de adopción. En su intento por encontrar a Puchy, encontró una misión de vida.

¿QUÉ HACEMOS?

Los refugios y albergues funcionan gracias al trabajo y a la generosidad de quienes, desinteresadamente, aman a los animales y, en este caso, a los perros. Sus donativos son fundamentales para la compra de alimento, vacunas, medicinas, cirugías, esterilizaciones, mantenimiento de las instalaciones y para contar con el personal básico para su cuidado.

Hablemos de números, de cantidades básicas y fíjas… para la alimentación de un promedio de 700 perros se requiere, a la semana, de 8 toneladas de croquetas para adulto, 10 bultos grandes de croquetas para cachorro y 240 latas de alimento suave para los viejitos. Hay que agregar el costo de vacunas, medicamentos, e incluso de estudios extraordinarios, cuando no se cuenta con el patrocinio de un consultorio veterinario. En cuanto a las instalaciones, hay gastos fijos para su limpieza y mantenimiento, además de las continuas reparaciones y ampliaciones que se requieren para poder dividir a los perros de acuerdo a su talla, edad y temperamento. Y, para hacer esto posible, se requiere de la labor de un mínimo de 8 personas para tener el albergue y a sus inquilinos, en buenas condiciones.

En un cálculo conservador, estimado en febrero de 2024, el Albergue San Cristóbal requiere de 210 mil pesos mexicanos mensuales, que equivalen a 12 mil dólares aproximadamente, para el funcionamiento digno de sus 700 perritos.